Soy un terco, un monseñor,
un iluso en la utopía
que haya un aciago día
en que el sol brille mejor
Un trilero malsonante
que el jergón ya lo cedió,
fue éste el cisma que tornó
errante al caminante
Mas dan al viento iracundo
voces, textos y tratados.
Salve Dios si me confundo
sendos llantos no han cesado.
Un tunante, un vagabundo
por el mundo un yo cansado.
Salvoconducto de presidio
lunes, 9 de enero de 2012
martes, 15 de noviembre de 2011
Un dialecto en la mochila
El dialectólogo Manuel Alvar definió un dialecto como “un sistema de signos desgajado de una lengua común, viva o desaparecida, normalmente, con una concreta limitación geográfica, pero sin una fuerte diferenciación frente a otros de origen común.” Así pues, es imposible contemplar la lengua como resultado de una comunidad homogénea ya que, según las regiones que configuren el territorio a través del cual se expande la lengua, son variables las isoglosas que estructuran el lenguaje. De este modo aparecen los dialectos. En el caso de España, convive el castellano como lengua madre con el gallego, el euskera, y el catalán. Pero no solo lenguas conviven, los dialectos tienen su eco, y algunos con mucha fuerza.
Es este el caso, por ejemplo, del valenciano. Un dialecto del catalán, sin más. Cierto es que tiene una tradición literaria como el caso de los cinco libros del esforzado e invencible caballero Tirante el Blanco –obra, por cierto, considerada cumbre de la literatura catalana–. Pero no es suficiente. Si nos paramos en la Ley Orgánica 5/1982 del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana; en el Título primero, artículo sexto, punto primero, sentencia que “la lengua propia de la Comunitat Valenciana es el valenciano”. Y no solo en este epígrafe viene tratado el valenciano como lengua, sino en todos los demás que configuran el artículo. Es obvio, pues, que estamos ante un caso de sentimiento popular. Incluso me atrevería a calificarlo de rebeldía, si se me disculpa la expresión, ante lo establecido por la lingüística. La solución adoptada parece ser identificar el catalán con el valenciano, siendo este último su denominación en la Comunidad Valenciana. Un recurso que, más que eso, parece una palmadita en la espalda.
Pero más dialectos hay que derivan del valenciano –catalán para el resto del mundo– como por ejemplo el balear. Un hurra se me permita decir para sus hablantes que, pese a haber sido un dialecto históricamente configurado por la afluencia de culturas dada la situación estratégica del territorio en el que se desarrolla, siempre ha mantenido su fiel condición de dialecto sin levantar la voz, aunque también es cierto que no existe para ellos ningún césar del Imperio Bizantino.
Sin embargo, más ruidosas son las reivindicaciones del catalán. Por el hecho de que toman medidas echándole jeta al asunto. Mas no es momento de crítica a estas reivindicaciones ya que eso es, en gran parte, competencia del sentimiento nacionalista que en ellos ahonda. Legítimo por otro lado, ya que así lo contempla la resolución 2625 (XXV) de la Carta de las Naciones Unidas.
Para concluir me gustaría recordar una entrevista publicada en la prensa a un tal Huan Porrah (Juan Porras), licenciado en filosofía, íntegramente escrita en “andaluz” que hacían de ella un conglomerado de haches y cetas ilegible y casi risorio. Si nos sumergimos en una búsqueda profusa de esta propuesta, encontramos hasta “normah ortográfikah pal andalú”. Lenguaje orco, para los asiduos de la literatura fantástica. Me parece una propuesta ridícula. Pero propuesta al fin y al cabo, así que cuando Huan Porrah escriba un libro entero en andalú y sea leído, aceptado y tenga un alto grado de repercusión en la sociedad, le aplaudiré por ello. No obstante, lo dudo.
domingo, 6 de noviembre de 2011
Los piratas del charco
Existen muchos marineros de agua dulce que juegan a ser piratas. Empuñar bastardas, violar prisioneras, mascar tabaco y beber ron. Incluso ganarse las miradas serenas del capitán parece ser buena opción, mutan las aspiraciones de medrar a sueños falaces como relevar al loro que se posa en su hombro. Hace días que vengo pensando en los muchos navíos que conforman las distintas sociedades que existen actualmente. Sólo que algunos tienen las cubiertas más meados que otros.
Una pequeña muestra de topografía casi exacta, azotada y rasgada por el imperturbable paso del tiempo. Su textura desgastada por la cantidad de manos que la han apretado. Un tesoro, camaradas, hay que celebrarlo, fiesta en los camarotes. Sin embargo los ojos son harto hideputas como para no ver el caballo en el camino, o verlo, y sudarles el carajo. Que con esta camarilla de simples grumetes no hay nada que hacer, ineptos.
Pero dejémonos de rollos de piratas y caballos, que es parafernalia fetén. Hablemos sobre los seis mil millones de euros que Papandreu y su panda han pagado a los compis teutones y franchutes para jugar a los soldaditos. Y mientras tanto Europa dándole los dineros. Pero Europa también tiene tela. Como sabemos, Chipre y Grecia llevan ya varios años mirándose por encima del hombro, por no hablar de que la primera no está siquiera unificada y es una más en el patio. Esto me hace recordar aquella del cojo que decía:
Como viene siendo habitual desde hace mucho tiempo, el navío español llegó a la marca del mapa cuando todos los demás ya habían estado ahí. Y lo peor es que se nos está agotando el ron.
Una pequeña muestra de topografía casi exacta, azotada y rasgada por el imperturbable paso del tiempo. Su textura desgastada por la cantidad de manos que la han apretado. Un tesoro, camaradas, hay que celebrarlo, fiesta en los camarotes. Sin embargo los ojos son harto hideputas como para no ver el caballo en el camino, o verlo, y sudarles el carajo. Que con esta camarilla de simples grumetes no hay nada que hacer, ineptos.
Pero dejémonos de rollos de piratas y caballos, que es parafernalia fetén. Hablemos sobre los seis mil millones de euros que Papandreu y su panda han pagado a los compis teutones y franchutes para jugar a los soldaditos. Y mientras tanto Europa dándole los dineros. Pero Europa también tiene tela. Como sabemos, Chipre y Grecia llevan ya varios años mirándose por encima del hombro, por no hablar de que la primera no está siquiera unificada y es una más en el patio. Esto me hace recordar aquella del cojo que decía:
Y es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que con haberle hecho cuartos,
no pierde su autoridad;
pero, pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Como viene siendo habitual desde hace mucho tiempo, el navío español llegó a la marca del mapa cuando todos los demás ya habían estado ahí. Y lo peor es que se nos está agotando el ron.
domingo, 25 de septiembre de 2011
Algunas personas buenas
Sentir el viento por la ventanilla golpeándome la cara tras una ardua jornada laboral, con mi culo descansando en el asiento y mis pies entumecidos, es tela de reconfortable. Sí señor. Hace una semana ya que empecé a trabajar de promotor de marketing. Suena del carajo, pero soy tan solo un meapilas más que se dedica a molestar a familias en la hora de la siesta buscando una firma y una comisión. Un comercial, vaya. Lo bueno es que no vendo la moto ofreciendo contratos aparentemente rentables. Ni aspiradoras, ni trastos. Por el contrario, capto clientes, o colaboradores, o donantes, o socios, para una ONG. Es satisfactorio saber que ayudas a un tercer mundo que tantas penurias rodean y tan poca ayuda reciben. Los cincuenta euros la canasta que Gasol dona es un apoyo minúsculo si hablamos de lo necesario. Y me crispa que haya tanto cabrón suelto.
Siempre me he declarado impertérrito conocedor de las diferencias económicas que existen en nuestra civilizada sociedad. Pero ahora me constan en realidad, y reconozco que me impresionan. Como dice mi coordinador, Francisco Martínez, el noventa y nueve por ciento de las personas no ven mal ayudar. Sin embargo muchos no pueden. O no quieren. Muy sagaz yo, me aventuro a hacer campaña por el barrio rico, por así llamarlo, del pueblo al que estoy destinado. Y ni una puñetera firma. Me repatea la negativa de que se escapa a sus intereses, claro, a quién va a interesarle dar dinero. Luego está el maromo embutido en polo Hilfiger de cincuenta euros, dos coches en el jardín, y suntuosa vivienda que asegura estar pasando una mala racha en cuanto a economía se refiere. Por no decir que a las personas que se dignaron a bajar, abrirme la puerta y conversar conmigo cara a cara, tuve que agradecerles el detalle. Porque fueron dos o tres.
Sin embargo, la otra cara de la moneda difiere, no porque tenga más valor, si no porque brilla más. Al igual que hice campaña atraído por el sonante, también la hice en un barrio humilde a condición de la empresa. Fachadas agrietadas, pintura ida y vocecillas de chavales que jugaban al fútbol en la plaza adornaban el escenario. Pero en cada casa, me abría la puerta una persona dispuesta a escucharme, a compartir su crispación por la situación en África, a referirme sus problemas económicos, viviendo con hijos parados, pensiones y deudas, a invitarme a una Coca-Cola. Y lo más importante; que muchos, incluso faltos de pecunia, se animaron a dibujar una sonrisa en las caras de los chiquillos a los que iría dirigida su aportación. Eso me ayuda a comprender que hay gente con corazón. Pues, aunque no abunden, sé que aun existen algunas personas buenas.
viernes, 16 de septiembre de 2011
Una de cucos y braghettones
Me sorprende que cada vez haya más papanatas sobre la faz de la Tierra. O mejor dicho, animales quejosos que disparan al aire su desacuerdo, bajo el lema de injusticia, sin decir esta boca es mía. Sobre las incongruencias de la vida, los desatinos del sistema, así como la parafernalia del teniente. Abundan también las lenguas ampulosas que targiversan con un amplio boato verbal las distintas mágnitudes de la realidad a base de argumentos fetén.
Bien es cierto que hay distintos puntos de vista, y como apuntó Cela en boca de su personaje doña Rosa: "no perdamos la perspectiva", las alegaciones deben sostenerse por consistentes pilares argumentales, teniendo como referencia siempre una perspectiva zonal, amplia y general; y no como estos pintamonas de sucesos que hoy cito. Jueces y verdugos de poca monta, y aun menos inteligencia, cuyo afán consiste en crear la polémica en tertulias donde nunca fueron invitados.
Y es que pienso, y cada vez con mayor convencimiento, que el ser humano de hogaño no está preparado para la desazón, depositando sus confianzas en braghettones dedicados a tapar la realidad. Es muy bonito que nos regalen los oidos lisonjeros, pero personalmente yo prefiero aplicar algo de estoicismo a todo esto e ir de cuco, pues si la astucia es una virtud no hay porqué desaprovecharla. Y a todos los vainas que despotrican sobre lo desalentador e injusto de la vida, recordarles que no se pueden pintar gallumbos en "El triunfo de la muerte" de Brueghel, pero sí se puede dibujar una sonrisa en las caras que lo pueblan.
domingo, 11 de septiembre de 2011
Siempre juntos
Era una noche oscura y, cómo no, lluviosa a mansalva. El forense limpiaba en su sucia bata las lentes empañadas por el humo del puro que aspiraba el capitán Juárez, de la brigada de homicidios. En la morgue, al igual que en cualquier sitio, no se permitía fumar. Pero esa noche sí. Le habían hecho la autopsia dos semanas atrás. La chica ya estaba muerta y enterrada. Sin embargo, ahora descansaba en el depósito de cadáveres, por un simple motivo. Esa noche, la habían secuestrado. El forense propuso al policía que le narrara lo ocurrido. Previo a la historia, Juárez encendió el puro con un fósforo. Alguien había entrado en la necrópolis martillo en mano y arremetió contra el nicho. El cadáver desapareció durante tres horas. Tres horas que, desde que el capitán recibió la noticia, dedicó a buscar al ladrón sin éxito, encontrando más tarde a la chica arrojada en un montón de basura. Mas no estaba de servicio. La mujer que daba vida a ese cuerpo inmóvil había sido su esposa, asfixiada por un maniático sin motivación aparente. Y digo aparente, porque Juárez conocía muy bien a ese tipo. Una rata con quien su señora mantuvo una relación irregular en la adolescencia. Un psicópata, un asesino, un loco.
El capitán apagó el puro en un cenicero, cargó el cuerpo en brazos hasta acomodarlo en el asiento de copiloto de su vehículo. Le abrochó el cinturón y arrancó rumbo al cementerio mientras en aquella ciudad la lluvia no tenía recreo. Sus firmes brazos no titubeaban al trasladarla. Quería transmitirle el amor y el cariño que antaño solía profesarle. Avanzó hacia el nicho y acostó el cuerpo en el ataúd ante la atenta mirada de una figura embozada en gabardina y sombrero. La querías, cabrón, la querías. Las lágrimas en la cara del policía se camuflaban entre los regueros de lluvia que inundaban la escena. Sí. La quería. Como tú. Pero no es para tí. Tus ojos recriminan mi falta de cordura al mirar, pero es necesario matizar algún punto. El hombre se sentó en una de las paredes del ataúd abierto. Juárez, la diferencia entre un loco y yo, es que mientras un loco ignora lo que es, yo tengo la seguridad de no estar cuerdo, por lo que puedo disfrutar mi locura. No dijo más, tan solo emitió un leve sonido emulando una carcajada previa al estruendo. El sombrero se cayó al suelo, y por su sien brotaba el rojo que teñía aquel paisaje de pasión exacerbada. El cuerpo del hombre cayó junto al de la chica, esbozando una sonrisa conciliadora. Juárez conocía muy bien a ese tipo. Una rata con quien su señora mantuvo una relación irregular en la adolescencia. Un psicópata, un asesino, un loco. Pero un loco enamorado.
martes, 6 de septiembre de 2011
Salvoconducto de presidio
Es un hecho veraz y contrastado a diario por cualquiera que vea la luz del sol, tan cierto como que la marihuana coloca. La delincuencia crece. A un ritmo directamente proporcional al que desaparece la pecunia en manos de un español. El inocente tirón ha mutado en el botellazo limpio o en la cuchillada. Aunque enfocado desde un punto de vista tan objetivo como equitativo, en los tiempos que corren el delinquir no es tan desacertado. Y más aun al no haber nada que perder y sí mucho que ganar. Por ejemplo, un viaje con todos los gastos pagados a un centro penitenciario con personal altamente cualificado, restaurante de alta gastronomía, pistas polideportivas, piscina climatizada, amén de gimnasio, taller de costura y demás pasatiempos relacionados con el tocamiento de hígados. Estamos jodidos, señores. Jodidos. Y ya que sin billetes un sistema capitalista no se sustenta, solo queda esperar.
Si don Dinero prohibe todo hacer
justo es no complacer sino pacer
Mas remontados a la Historia, siempre sabia, la espera no presenta un cariz esperanzador. Nos induce al miedo. Pues qué sino nos demostraron la tulipomanía de los Paises Bajos en el S.XVII, o la Gran Depresión de 1929, o la crisis de Albania de 1996. Que la guerra acaba igualando todo lo que sobra o falta. Así mismo, no me hace especial gusto imaginarme lo que podría ser un conflicto armado entre civilizaciones de occidente, arrastrando tras sí todo el fruto de las largas investigaciones en armamento y logística que se llevan años desarrollando a raíz de las nuevas tecnologías. Y es que en un mundo de bellacos, solo los cojones van a mover pieza el día que se alce la profecía de San Juan que, aun siendo literatura arcana con intención de inculcar las virtudes bajo amenaza de lo malvado, no son sino metáforas de lo real. Pues la guerra traerá consigo la muerte y el hambre (o mejor encuadrado en la situación actual, el hambre desembocará en guerra y muerte), haciendo agachar la cabeza y la espalda al humillado frente a la hierática figura del victorioso. Sin embargo, ¿no hemos vivido ya, y en numerosas ocasiones, esto antes? Volvemos, y es curioso, al cuento de la serpiente que se muerde su cola.
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